RANDY
por José Francisco Pérez Alvarez
Macuspana, Tabasco.
Randy era un tipo normal, común y corriente. No muy atractivo, pero lo suficientemente apuesto, con sus defectos y virtudes, como los tantos que hay por el mundo.
Y al igual que éstos, Randy no era completamente felíz. Estaba cansado de la vida que llevaba. Aunque Randy no era de los que pensaban en el suicidio, eso nunca. Pero él quería un cambio en su vida.
Por ejemplo, su trabajo. Estaba harto. Siempre lo mismo: "haz ésto", "haz aquello", "trae éso". Pero, a pesar de todo, a veces había un buen gesto, una acción agradable para con él, de parte de su amo. Tal vez, todo estaba compensado; pero aún así, necesitaba un cambio urgente en su vida.
Lo que más ansiaba era vivir en libertad, en la paz del campo, sentir el aire, el canto de los pájaros, el calor del sol.
¡Cómo disfrutaba esas caminatas por el jardín, o por el parque, cerca de la casa!
Y es que Randy se sentía fracasado, atrapado en esa vida impuesta, artificial y doméstica. Quería dejar a su alma volar libre, hasta que cayera exhausta. Quería ser libre de problemas, de sus ataduras de toda la vida.
Sí, Randy se sentía fracasado, sin realización, ni gloria, ni triunfo. Así como se sienten tantos en el mundo.
La única diferencia es que Randy tiene cuatro años y es un perro Pekinés de raza pura.
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