Lucha de Poder
por Adolfo Vasconcelos Martínez
Villahermosa, Tabasco.



Hoy en día, al escuchar y leer información política de lo que acontece en nuestro país, quisiéramos oír y ver expresiones sensatas y congruentes para entender y comprender una realidad muy desagradable.

La traducción de ser democrático, de tener ideas revolucionarias, implicaría que las personas dedicadas al servicio de la política cobraran un interés por un crecimiento y desarrollo interior de órden emocional y espiritual, que lamentablemente no ocurre. Por lo tanto, ese servicio a la sociedad se manifiesta ausente de valores morales y éticos, lo cual genera la ya tradicional costumbre del ejercicio tenaz de la lucha de poder.

La lucha de poder en la política se refleja plenamente en grupos de poder, y esa lucha de unos cuantos se recrudece en muchos más, puesto que una gran mayoría de ciudadanos también está luchando con su propio poder en lo más indispensable, que representa su sobrevivencia.

Toda lucha de poder es consecuencia de un conflicto de autoridad en la cabeza y en los sentimientos de las personas que buscan y practican esa lucha, lo cual les hace desarrollar habilidades a veces tan geniales, que sólo son útiles para la minoría y enormemente perjudiciales para la mayoría.

Los conflictos de autoridad en las personas se instalan en épocas muy tempranas de sus vidas, y a menudo ocurren en la niñez; en muchos casos, la sensibilización a estos conflictos ocurren durante el nacimiento, y no en pocos casos desde la vida prenatal. Debido a estas razones, es posible entender y predecir el perfil psicológico de aquellos individuos que afanosa y denodadamente buscan y manejan poder y que resulta tan ambivalente en la materialización de sus actos.

Desde nuestra juventud, hemos sido observadores de la dinámica política de nuestro país; hemos visto y escuchado aproximaciones acerca del poder político personal, de grupos y de partido, y tal parece así que continúan ocurriendo las mismas situaciones y los mismos problemas, pero con diferentes personajes. Y cuando nos enteramos de situaciones sociales como las que vive actualmente nuestro país, pensamos que en los grupos de poder existe una gran malicia. La malicia es tan potente cuando la respalda el poder, que a menudo para muchos los mensajes políticos "suenan bien", se "ven" bien, se cree que apuntan hacia un buen fin o que en ellos pueden haber "buenas intenciones".. y sin embargo, fueron creados sin verdadera conciencia social.

La Conciencia, que es nuestra mayor capacidad evolutiva, se inicia en la conciencia personal para poder clarificar quién soy Yo y cuál es mi misión en éste mundo. El responder a estas cuestiones me puede llevar gran parte de mi vida, dado que frecuentemente en mis actos personales puedo estar evitando un sufrimiento interno y con ello escapar de mis problemas existenciales.

Una manera de realizar dicha fuga existencial es pretender ocuparme de servir a los demás, buscando un reconocimiento a mi persona. En ese sentido, la actividad política es un escenario para pretender resolver mis conflictos de autoridad cuando no soy congruente en lo que pienso, siento, digo y hago.

En esta euforia de cambio en nuestro país, en la que florecen y se incrementan la competitividad, la capacitación, las maestrías y los doctorados, es necesario y urgente que la clase política en el poder realice una Maestría en Desarrollo Personal Interior, basada en el conocimiento del ser y del cuerpo.

¿Porqué?

Porque todo trabajo de desarrollo humanístico puede generar un proceso de transformación interior que a su vez puede motivar a los demás a su propio desarrollo con responsabilidad compartida.

Dr. Adolfo Vasconcelos Martínez
Villahermosa Tabasco, México.
15 de Septiembre, 2003.



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